En 1976 se iniciaron las gestiones para la
creación de la Ley General del Cine. Casi 10 años después en Octubre de 1985, este
proyecto tropezó con muchos obstáculos y no fue posible llegar a un consenso.
Finalmente, la Ley 1302, fue aprobada el 20 de Diciembre de 1991. Desde entonces,
las muchas trampas que se han descubierto en su ejecución y los constantes
intentos de reformularlas, han herido profundamente al corazón del movimiento
audiovisual.
En 1993, se
procedió al primer intento de su reformulación, un segundo se da en 2004, con Patricia Flores como directora del Conacine. En 2011 se lanza una convocatoria para desarrollar un
anteproyecto base. El Congreso del Cine de 2013, es el escenario para debatir y
redactar colectivamente una nueva ley del cine, que finalmente fue entregada en
abril de 2015 al ministro de Culturas y Turismo. El 29 de marzo de 2016 el
ministro Marko Machicao determinó, empezar de cero el proyecto.
La historia nos muestra cuan
postergado esta nuestro cine boliviano desde las instituciones gubernamentales.
Sin embargo, el poco apoyo no ha logrado debilitar su crecimiento. El cine boliviano
como arte que reconstruye el tejido social, ha encontrado su fortaleza en la sed de creación de los genios, pero muy poco valorados
artistas visuales, que desde esta lucha construyen un guion para el mañana.
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