Las pandillas siempre han
sido un tema recurrente para mostrar el lado negativo de la juventud. La
sociedad en general ha reflexionado este tema en los últimos días en torno a la
familia y las oportunidades laborales que ofrece el país, concluyendo que la
inestabilidad en estos ámbitos hace que se fortalezcan comportamientos
antisociales que son difíciles de controlar y entender.
En un marco más amplio, independientemente
de la familia y la situación económica la adolescencia es un camino duro de autodescubrimiento,
donde la autoestima frágil busca un espacio de reconocimiento. El entorno
social puede despertar cosas que están dormidas en todo ser humano, mirar de
frente esta problema también es aceptar la sombra que todos llevamos dentro.
Considero que en la actualidad
existe una gama de alternativas que
pueden dar luz a este problema, pero no han sido consideradas por los medios de
comunicación. La agenda noticiosa de los últimos días sólo se ha enfocado en el
problema de la delincuencia y en la búsqueda de un castigo, cuando existen
jóvenes empoderados en las redes sociales que están haciendo la diferencia en
beneficio de un mundo mejor desde el arte a al activismo social.
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